“Las minas de mercurio de Huancavelica no sólo eran complementarias a las de Potosí; eran la condición misma de la existencia de esta última”. – Pierre Vilar
Resumen
La esclavitud y el despojo de los pueblos indígenas son los cimientos del mundo moderno. La conquista de las Américas trajo consigo una gran riqueza mineral que transformó el orden mundial. Las joyas de las recién creadas regiones administrativas coloniales o virreinatos eran las minas de Zacatecas, Guanajuato y Taxco en Nueva España, y Potosí en el Virreinato del Perú. En pocas décadas, las ricas vetas de plata de Potosí se agotaron por completo. No fue hasta la introducción de un nuevo proceso de fundición para extraer plata del mineral que la mina se reactivó, lo que desencadenó la revolución de los precios en España a finales del siglo XVI—un periodo marcado por una elevada inflación que transformó tanto la economía local como la mundial. Este nuevo proceso de fundición dependía en gran medida del mercurio, también conocido como azogue. Debido a sus ricos yacimientos de mercurio, la ciudad de Huancavelica llegó a ser igual o más importante que las legendarias minas de Potosí en el auge del capitalismo moderno. La brutal explotación de uno de los yacimientos de cinabrio más ricos del mundo, en la actual Huancavelica (Perú), permitió a España consolidar geográficamente sus explotaciones mineras y potenciar su imperio.